Carmen y Álvaro, ¡Vivan los novios!

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Desde que se construyó el Castillo de la Monclova, sus muros y jardines han albergado muchos eventos: fiestas, bautizos, bodas, aniversarios… En cada uno de ellos ponemos nuestro corazón y nuestra ilusión, ese motor que nos motiva a dar lo mejor de nosotros para que ese día tan especial sea como lo habíais soñado y sea inolvidable.

Una boda trae consigo mucho trabajo, pero cuando ves la cara de los novios, es el preciso momento en el que sabes que todo el esfuerzo realizado merece la pena. En esta ocasión, queremos contaros la historia de Carmen y Álvaro, una joven pareja que eligió nuestro Castillo para celebrar su unión junto a familiares y amigos.

Álvaro y el hermano de Carmen, ahora su cuñado, eran amigos desde hacía muchísimos años. Carmen y él se conocían, pues en contadas ocasiones habían coincidido. Una noche, en Sevilla, Carmen y su hermano estaban de fiesta con algunos amigos, el destino o casualidad hizo que se encontraran con Álvaro. Tras varias risas y algunos bailes Álvaro le pidió el teléfono a Carmen, a partir de ahí Álvaro no dejó de escribirle; y, un poco más tarde comenzaron a salir. Finalmente, se casaron el pasado 29 de septiembre.

Seguramente estéis pensando que es como cualquier otra relación, muchas han comenzado así. ¿Qué tienen entonces de especial?

No siempre hay respuestas para todo. Quizás sea la alegría o el amor que desprenden, quizás sea la complicidad que tienen entre ellos, quizás sea el mimo y cuidado que hemos percibido al organizar con ellos cada elemento de la boda… o quizás sea todo esto y mucho más. Lo que sí sabemos es que la celebración mostró como son realmente, una pareja jovial y única.

Para el gran día, Carmen eligió un vestido años 20 sencillo y muy elegante. Los complementos, todos sin excepción, tenían un significado especial: la diadema de diamantes y zafiros era de su madre; lució su anillo de pedida junto con unos pendientes de platino y diamantes antiguos; las sandalias, eran un regalo de sus amigas; y, el ramo hecho con rosas blancas, extraído de la foto de una boda que ha visto siempre en casa. Como complemento final, el velo.

Álvaro, el novio, iba elegantísimo con su chaqué. ¿Y cómo no? También lució su reloj de pedida; al cual no dejó de mirar hasta que apareció la novia en la iglesia. Finalizada la ceremonia, y con ella los nervios, acudieron al Castillo para comenzar la celebración.

Ya solo quedaba disfrutar del resto de la jornada y acompañarles en este día tan especial.